Maltrato Psíquico

LOS MALOS TRATOS PSICOLÓGICOS
Ana Sánchez
Rosaura Castillo
Colegio de Psicólogos Comisión de Clínica


Cuando se habla de los malos tratos, la escena que uno suele imaginar es un espacio en que se desarrolla violencia física: empujones, puñetazos, bofetadas, patadas, etc. Sin embargo, hay una forma de maltrato que sin dejar marcas visibles, puede llevar a la víctima a un fuerte sufrimiento interior: es el maltrato psicológico.

El maltrato psicológico es una amplia variedad de actitudes que tienen por finalidad despertar en otra persona sentimientos y emociones negativas, miedo, vergüenza, rabia, angustia, inadecuación, impotencia, humillación, desolación, etc.

Los métodos por los cuales una persona puede hacer daño sin necesidad de llegar al puño son muy variados: se puede lastimar con la palabra, a través de insultos, desvalorizaciones, críticas, con actitudes de desprecio o de humillación, con amenazas, con calumnias, impidiendo a la víctima expresar sus opiniones o deseos, culpabilizándole por todo lo negativo que ocurre, haciéndole quedar en ridículo, burlándose de sus acciones y convicciones. Todas estas agresiones psicológicas ejercidas por el maltratador, también pueden ser llevadas a cabo de una manera muy sutil, mediante actitudes despectivas o sarcásticas, alusiones a las características del otro, o a sus familiares, que en general contribuyen a atentar en la estabilidad emocional de la víctima.

Este tipo de agresiones psicológicas se observa en todo tipo de personas y condición social y no sólo ocurren dentro de las relaciones de pareja, sino que aparecen en multitud de contextos; jefes que humillan a sus empleados, padres que hacen desprecios o insultan a sus hijos, jóvenes que se burlan y avergüenzan a un compañero, cuidadores que humillan a ancianos, profesores que ponen en ridículo a algún alumno, mujeres que amenazan y coaccionan a sus maridos. Ahora bien, para que una situación pueda definirse como violencia psicológica, es necesario que las agresiones sean insidiosas, constantes y repetidas a lo largo de cierto tiempo, no pudiendo hablar de maltrato psicológico, cuando nos encontramos con un incidente puntual o aislado.

Las consecuencias que el maltrato psicológico puede generar en la víctima pueden ser en algunos casos devastadoras, tanto para la autoestima y estabilidad emocional, como para la propia vida de la víctima, pudiendo llegar a perder todo aquello que para esa persona era importante (familia, amigos, trabajo, ilusiones...).

En la medida en que las agresiones psicológicas son constantes, directas y duraderas en el tiempo, mayor será la repercusión en la víctima.

Normalmente la dinámica que se establece entre una víctima y su maltratador se convierte en un círculo vicioso-violento, en el cual, en la medida que las agresiones psicológicas se van convirtiendo en habituales e insidiosas, se producen en la víctima sentimientos de miedo, confusión, inferioridad, culpabilidad y de merecerse lo que le hace, por lo que la influencia del maltratador sobre la víctima puede generar la anulación de recursos personales y su asilamiento, lo que favorece una mayor dependencia hacía él, ya que no puede contar con apoyos que contrarresten sus mensajes.

Así mismo, este círculo se fomenta con unas fases de perdón, en las cuales el maltratador ante el miedo de que le hagan responsable del mal que causó, utiliza falsas promesas de cambio y pide nuevas oportunidades, ofreciendo una imagen tierna y cariñosa, de tal forma que la víctima cree en la fantasía de dicho cambio y sigue con la relación.

Para salir de esta situación es muy importante que la víctima entienda que no es culpable del trato que recibe, que no se merece las faltas de respeto, insultos, desvalorizaciones y desprecios y que no existen justificaciones para este tipo de comportamiento. Para ello el apoyo familiar y/o social favorece que la víctima comience a percibir otra realidad, en la cual es tratada con respeto y dignidad, como toda persona merece.

De esta forma, las personas que rodean a una víctima de malos tratos psicológicos, utilizando la escucha activa y comprensión, ayudándole a expresar sus pensamientos y emociones sin emitir juicios de valor, mostrando interés por su relato y comunicando aceptación, favorecerán el camino para su recuperación personal. No obstante, en muchos de los casos, la víctima necesitará ayuda especializada, donde reciba asesoramiento jurídico y social, si fuera necesario y tratamiento psicológico.